martes, 23 de junio de 2009

Las tareas pendientes en riego

Del millón doscientas mil hectáreas con riego en Chile, sólo la mitad cuenta con embalses que le aseguran el agua; eso corresponde al 5% del total de la superficie cultivable. A pesar de los avances, el 70% de la superficie se sigue regando a la antigua, con lo que se desperdicia agua.

"En la zona de Ñuble llevamos dos años con sequía. Más bien han sido años desordenados. No es tanta la disminución, pero la distribución de las lluvias ha hecho que entre septiembre y marzo, justo cuando las plantas más necesitan, el agua caída haya sido mínima. Eso ha provocado bajas en la producción de los granos y de la remolacha, menor ganancia de peso en el ganado y caída en la producción de las vacas", señala Fernando Serrano, presidente del Consorcio Agrícola del Sur.

Serrano tiene razón. Sea por causa del cambio climático o por variaciones normales del ciclo del clima, la cantidad de agua caída y las temperaturas, medidas al menos en los últimos cinco años, han variado notoriamente de lo que se consideraba normal. Y el problema es mundial. A nivel global las sequías aumentan y las lluvias disminuyen.

Para Chile, la menor disponibilidad de agua es un problema acuciante, pues sin ella no hay agricultura, y ésta es uno de los principales motores económicos del país, además de tener un alto impacto social. Actualmente, 84.5% del agua que se usa es para riego, en los países desarrollados la cifra es de 75%, y eso que la superficie considerada apta para la agricultura es sólo el 7% del territorio nacional.

El problema es que el país depende principalmente de las lluvias para contar con agua. A eso se agrega que, además de que las precipitaciones se han vuelto erráticas, falta infraestructura para acumular las que caen en el invierno.

La situación genera preocupación en el sector, especialmente en el sur, pues los agricultores ven que no se avanza en soluciones que permitan estar en buen pie para el futuro.

"Donde ha habido proyectos se ha notado. De no haber estado Diguillín y si hubiéramos tenido sólo los ríos para regar, las sequías de los últimos años hubieran sido desastrosas. Se requieren embalses en cuanto río sea posible, porque es muy grande la farra con el agua en este país", añade Serrano al referirse a las zonas donde existen embalses y riego más tecnificado.

Los problemas no terminan ahí. El ya escaso recurso, no se utiliza de la mejor forma. Malas canalizaciones, sistemas de riego que servían en época donde las temperaturas eran menores y donde se contaba con lluvias suficientes; y regantes acostumbrados a no tener problemas con el recurso, por lo cual tampoco tomaban medidas para aplicarlo bien y no perderlo son el corolario de la situación.

Fuente: "El Mercurio"

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