lunes, 22 de julio de 2013

Las áreas marinas que Chile debe proteger

El Convenio sobre Diversidad Biológica, tratado forjado al alero de la ONU, recomendó 21 áreas del Pacífico que debieran ser resguardadas, cinco de las cuales están en el país. 

 

 

  La ballena azul es el mamífero más grande de la actualidad. Su tamaño regular es de 27 metros, pero hay antecedentes de ejemplares que llegan a 30 metros. Ni siquiera el Apatosaurus (popularizado como brontosaurio), que con sus 26 metros de largo fue uno de los dinosaurios más grandes que pisó la Tierra, logra superar sus dimensiones.
La especie ha encontrado en el golfo de Corcovado, en el sur de la isla de Chiloé, un refugio predilecto para alimentarse y cuidar sus crías.
Sin embargo, la emblemática especie marina hoy se encuentra en peligro de extinción, suerte que podría cambiar después de que el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) -un tratado internacional forjado al alero de la ONU- identificara 21 áreas del Pacífico Oriental que cumplen con los criterios científicos para ser calificados como zonas protegidas.
Entre las áreas propuestas figura precisamente el golfo de Corcovado, ubicado en la zona sur de Chiloé, también conocida como Ecorregión Chiloense, además de otras cuatro áreas: las cordilleras submarinas de Nazca y Sala y Gómez y el sistema de surgencia de la Corriente de Humboldt en el norte, centro y sur de Chile.
Aunque la identificación de estas áreas no necesariamente obliga a los miembros del CDB, entre los que está Chile, a protegerlas, Mauricio Gálvez, coordinador de pesquerías sustentables de WWF Chile, anhela que las áreas se conviertan en zonas prioritarias de protección para el país. “Esperamos que el Estado chileno utilice la información del reporte como una recomendación y una fuente de insumos que le permitan tomar medidas de conservación en las áreas descritas”, dice.
“Así como Chile tiene un interés especial en el desarrollo de las pesquerías en alta mar del Pacífico sureste, también lo debiera tener en la creación de áreas marinas protegidas en la misma área, o al menos en la implementación de medidas de manejo que entreguen una protección equivalente a corales, montes submarinos, ballenas y tortugas marinas que caracterizan o frecuentan el área”, agrega Gálvez.
Las zonas fueron definidas tras un taller regional realizado la semana pasada en Puerto Ayora (Galápagos), y aunque sus recomendaciones no son vinculantes, WWF sí espera que la Conferencia de las Partes de la CBD las incorpore a su portafolio y efectúe recomendaciones específicas a los países.
Respecto de la importancia de resguardar estas áreas, Francisco Viddi, coordinador del programa de conservación marina de WWF Chile, destaca la relevancia de los montes submarinos de la Cadena de Nazca y Sala y Gómez, actual Parque Marino Motu Motiro Hiva. ¿La razón? Su gran valor ecológico. “Estas islas deshabitadas albergan un sinfín de especies de peces y tiburones y son conocidas por sus poblaciones de aves oceánicas”, dice.
Viddi también valora la protección del área adyacente al sur de Chiloé y del golfo de Corcovado. “Esta área posee una importante biodiversidad, muy difícil de encontrar en otras costas. Es reconocida recientemente por el redescubrimiento de ballenas azules alimentándose y cuidando a sus crías, además de la colonia de fardela negra más grande de la costa sudamericana. Es un área que requiere de forma urgente ser conservada y manejada de forma eficiente”, agrega.

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