Fueron poco más de 15 milímetros de agua caída durante este invierno entre Caldera y Chañaral, pero bastaron para que uno de los territorios más áridos del mundo volviera a florecer. En pleno desierto de Atacama, pequeñas amapolas blancas, argylias radiatas amarillas y suspiros de campo celestes cubren el seco paisaje que acompaña parte de la Ruta 5 Norte y que hace un par de días se convirtió en parada obligada de quienes transitan por el lugar.
Fuente: "El Mercurio"
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