En cartas anteriores, el señor Honorato critica al doctor Hernán Sandoval por su preocupación por el CO2 que emitirían las represas de Aisén si llegaran éstas a construirse, planteamiento legítimo, ya que la propaganda de HidroAysén se ha centrado en las bondades de su iniciativa para disminuir la huella de carbono del país sin considerar que la cuantificación del eventual ahorro necesariamente debe tener un enfoque de balance ecológico que establezca el neto de aporte de carbono luego de conocer todas las variables en juego.
La afirmación de la empresa, citada por el señor Honorato, de un ahorro de 16 millones de toneladas del elemento al año es una cifra que pareciera sacada del sombrero de un mago al no difundirse la metodología de cálculo ni los supuestos que la sustentan, más aún con los cambios tecnológicos en los procesos de combustión.
Tampoco han socializado la huella de CO2 que implicaría la construcción de represas por más de 10 años ni la que dejarían los 2.300 kilómetros que necesitaría dicho proyecto para inyectar su energía al nudo de Melipilla. Si bien encontramos la razón al señor Honorato en que las emisiones de metano son menores en las aguas frías que en las tropicales, no es motivo éste para no considerar su aporte en las aguas patagónicas. Lo que sí nos parece poco serio en esta discusión es que se desprecie el aporte que dejarían de hacer las actuales especies biológicas que están capturando el carbono producto de actividades fotosintéticas los bosques, las praderas y los humedales y que resultarían afectados por los embalses y el tendido correspondiente.
Más grave aún es que no se mencionen en el EIA de HidroAysén los efectos sobre las poblaciones de diatomeas marinas en los fiordos por la disminución del sedimento silicio que sería retenido por las presas, acortando, de paso, la vida útil de las mismas y afectando grave¬mente la productividad costera y oceánica.
Fuente: "El Mercurio"
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