Ante la escasez de agua y desigualdad en el acceso que existe en el país y en la ciudad de México, hay un escenario que puede conducir a la violencia. Los conflictos por el líquido que se han registrado en la última década han sido sobre todo por la demanda de la permanencia, calidad y equidad en la distribución del servicio.
Esto señalaron especialistas en el foro Agua, ¿escasez o mala administración?, convocado por La Jornada y la Casa Lamm, donde el lunes pasado advirtieron que se requiere un cambio en la gestión del líquido, ya que el modelo actual data de hace varias décadas y ya no funciona para la realidad.
Félix Hernández Gamundi, consultor en la materia, explicó que actualmente las presas han perdido en promedio 30 por ciento de su capacidad, ya que están azolvadas por falta de mantenimiento, lo cual disipa ese porcentaje del líquido debido a que deja de almacenarse.
Explicó que en México las sequías son cíclicas: se presentan cada 50 años en promedio, y en esos periodos hay ciclos menores, " “algunos historiadores dicen que la caída de Tenochtitlán se debió a una sequía, al igual que la guerra de Independencia y la Revolución. Son movimientos que coinciden en ocurrir después de largos periodos de sequía ”".
Estimó que el problema fundamental que existe actualmente en México es la crisis de un modelo de gestión de agua que se estableció desde hace 40 años, cuando 75 por ciento de la población era rural, y 25 por ciento urbana, pero hoy la situación es la contraria. Se requiere, dijo, involucrar a la población en la solución del problema, pero sólo se le toma en cuenta en la exigencia del pago del servicio.
En su intervención, el investigador Jorge Legorreta sostuvo que la situación actual del servicio del agua, que se caracteriza por la escasez y desigualdad, puede conducir a un escenario de violencia. Además de la carencia del líquido, aseguró, la ciudad de México está en riesgo de inundación.
Indicó que en las partes altas del valle de México existen 45 ríos que en sus orígenes tienen agua pura y cristalina, pero al llegar a las partes bajas se mezclan con las aguas residuales y se convierten en drenajes. Un ejemplo, detalló, es el río Cuautitlán. Para evitar la contaminación del líquido se debe tomar el agua de esas partes altas y almacenarla, propuso.
En el Distrito Federal y los municipios conurbados, durante los pasados 10 años han crecido los conflictos por el agua y se han dado cambios en el tipo de ellos, de acuerdo con un análisis de la información divulgada en los medios de comunicación, explicó por su parte María Luisa Torregrosa, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
Precisó que en la última década los problemas por el agua han ocurrido, sobre todo en los municipios conurbados y han sido básicamente demandas por la permanencia, calidad y equidad en la distribución del servicio; se trata de movimientos de colonos y de amas de casa. Mientras en los 90, el mayor número de conflictos ocurrió en delegaciones como Iztapalapa y Benito Juárez, con las exigencias de infraestructura, y entonces participaban organizaciones autónomas.
Frente a la situación actual del líquido, ciudadanos y organizaciones determinaron impulsar el Parlamento del Agua, el cual servirá para analizar el tema a profundidad, ya que esta discusión no se puede dar aislada de la política urbana, anunció Hilda Salazar.
Fuente: "Centro mexicano de derecho Ambiental"
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