jueves, 25 de abril de 2013

Obras que buscan hacer frente al cambio climático


La sequía ha sido un problema real para el país en el último tiempo. Para que las obras que se están impulsando tengan buenos resultados se debe trabajar con buen equipamiento.  
Felipe Martin, secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Riego (CNR) del Ministerio de Agricultura.

Como país estamos ante un escenario complejo producto de una sequía que se extiende por más de tres temporadas. Con un diagnóstico claro, hemos desarrollado un plan de acción que contempla diversas iniciativas de corto, mediano y largo plazo que buscan enfrentar el cambio climático y un déficit en infraestructura de riego de prácticamente 50 años.
Conjuntamente, hemos lanzado la Estrategia Nacional de Recursos Hídricos, que contempla cinco ejes fundamentales: Gestión eficiente y sustentable; fortalecer la institucionalidad; enfrentar la escasez; equidad y ciudadanía informada.

Así, de aquí al 2020 esperamos iniciar las obras de al menos 15 embalses, cuatro de los cuales comenzarán su construcción antes de que finalice el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera. Estamos trabajando en el embalse de Chacrillas, en la Región de Valparaíso, y firmamos un acuerdo para iniciar las obras en Valle Hermoso, en la  Región de Coquimbo. Asimismo, esperamos partir con la ejecución de Chironta, en la Región de Arica y Parinacota, mientras seguimos avanzando en Punilla, en la Región del Biobío.
Ya entregamos El Bato y Ancoa y estamos convencidos de que este tipo de proyectos puede tener un uso multipropósito, aportando a distintos sectores de la economía; sin embargo, también hemos establecido un programa complementario para fomentar la infiltración artificial de napas subterráneas y aprovechar así los enormes embalses que hay en el subsuelo de nuestro territorio. En la Ligua, Región de Valparaíso, ya tenemos identificado el punto donde se iniciará el primer piloto.

Por otra parte, los embalses de regulación o tranques, tienen por objetivo acumular las aguas que escurren en los canales durante la noche para ser utilizadas posteriormente en el día por uno o más regantes. Estas obras son muy comunes en los sectores regados. Sus muros son de tierra, no sobrepasan los cinco metros de altura y la superficie del espejo de agua normalmente es inferior a una hectárea (10.000 m2).

Pero también existen obras de acumulación menores conocidas como estanques y que permiten recolectar aguas lluvias para posteriormente ser utilizadas para el riego de pequeños predios. Estas obras son de gran utilidad sobre todo en épocas de sequía, lo que pudimos constatar en la reciente gira técnica que realizamos como Comisión Nacional de Riego (CNR) a Estados Unidos, específicamente en el estado de Arizona. Sus dimensiones en algunos casos son comparables al tamaño de una piscina particular, se construyen en tierra con un revestimiento impermeable y se utilizan fundamentalmente para riego.

Para el revestimiento de estos estanques es fundamental contar con materiales impermeables, como capas de geotextil. Y es que también existen otros construidos de hormigón o materiales menos perdurables como planchas de internit, los que se conocen como estanques australianos. La utilización de tecnología de punta o innovadora es vital si queremos evitar las pérdidas de agua y bombear el máximo posible hacia los equipos presurizados que permiten finalmente el riego de nuestros campos.

Para seguir avanzando es necesario hoy más que nunca el trabajo público privado. Es por eso que estamos muy satisfechos con el avance que ha tenido en el Congreso el proyecto que modifica la Ley 18.450 de Fomento al Riego y Drenaje y que eleva de 30.000 UF a 250.000 UF el techo de financiamiento para obras medianas presentadas por Organizaciones de Usuarios de Aguas (OUAS). El Senado aprobó en general esta iniciativa, quedando en condiciones de ser remitido a la Comisión de Agricultura para su discusión en particular.

Todas estas obras sumadas a las medidas de mitigación que hemos impulsado, como el Programa de Siembra de Nubes, nos permitirán superar los desafíos que tenemos en materia hídrica, algo clave si queremos que Chile se convierta en una potencia agroalimentaria. 

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