"El tema del agua, más que nunca en Chile, y sobre todo en la Región de Coquimbo, es una prioridad. La agenda pública de las autoridades, científicos, ambientalistas y medios de comunicación".
Cada persona necesita entre 20 y 50 litros de agua limpia para beber y su higiene. Más de 1.000 millones de personas en el mundo, hoy no tienen acceso al agua potable; y otras 2.600 millones, carecen de agua limpia. Las enfermedades infecciosas transmitidas por esta causa, se llevan la vida de hasta 3,2 millones de vidas en el mundo, cada año, según estadísticas de la OMS.
Aunque el 70% de la superficie del planeta es agua, sólo un 2,5% de ésta es agua es dulce. De este 2,5% de agua dulce existente en todo el planeta, sólo un 0,25% se encuentra en estado líquido en ríos, lagos y agua subterránea, ya que el resto es agua congelada en polos, glaciares y nieves eternas…
Y cada vez más, la deforestación, la desertificación, el cambio climático, la contaminación de las aguas por desechos químicos y tóxicos, y el aumento progresivo del consumo de agua dulce por una población y una industria en constante aumento, están causando su agotamiento.
Por ello, cada 22 de marzo se conmemora el Día Mundial del Agua en todo el mundo. La fecha, fue declarada por la Asamblea General de las Naciones Unidas y desde el año 1993, se celebra el día del vital elemento y se reflexiona, en cada jornada anual, acerca de un tema y este año, la cooperación internacional en el tema del agua, ha sido el eje principal.
El tema del agua, más que nunca en Chile, y sobre todo en la Región de Coquimbo, es una prioridad. La agenda pública de las autoridades, científicos, ambientalistas y medios de comunicación, relevan la escasez hídrica que azota a la Región, a niveles de urgencia y emergencia. Las demandas sociales, los conflictos ambientales originados por las dificultades de acceso al vital recurso es prioritario y es que digámoslo con todas sus letras: sin agua, no hay vida.
Los embalses de la Región de Coquimbo (La Laguna, Puclaro, Recoleta, La Paloma, Cogotí, El Bato, Culimo y Corrales) están a un límite crítico de su volumen, y algunos –como La Paloma, el segundo embalse más grande de Sudamérica– a un 4,6% de su capacidad y El Cogotí, prácticamente seco.
Es un panorama muy grave, y por lo mismo, más allá de los esfuerzos que hagan las autoridades, ambientalistas, científicos y los medios de comunicación por concientizar y tomar medidas para mitigar los efectos devastadores de la sequía imperante, es necesario tomar conciencia en la ciudadanía de la situación.
Además, se debe promover la inversión de las grandes mineras en plantas para reutilizar el agua o generar osmosis inversa (plantas de altísimo costo que a través de membranas, purifican el agua de mar separando los sedimentos y sales, del líquido); además, hay que fomentar el sistema de riego tecnificado en el sector agrícola, el mayor consumidor de agua en todo el mundo, y también en la Región.
Según la FAO, las precipitaciones proporcionan cerca del 90% del agua utilizada para los cultivos. A pesar de que sólo representa el 10% del agua utilizada en la agricultura, el riego requiere el 70% de toda el agua dulce, destinada a consumo humano. De esta forma, de los 13.000 millones de hectáreas de la superficie terrestre del planeta, el 12% está cultivado y se calcula que un 27% se destina al pastoreo. De las 1.500 millones de hectáreas de tierras de cultivo, 277 millones de hectáreas de tierras son de regadío, lo que equivale al 18% de las tierras de cultivo.
Para satisfacer la creciente demanda de alimentos entre los años 2000 y 2030, la producción alimentaria en los países en vías de desarrollo ha aumentado un 67%. Producir alimentos requiere, además, 2.000 a 5.000 litros/persona/día, dependiendo de las diferencias climáticas y dietéticas, así como de la eficiencia de los sistemas locales de producción de alimentos.
Más allá de las medidas que de manera urgente, debieran tomar las empresas y las labores realizadas, el importante consideras que el cuidado del agua es tarea y responsabilidad de todos. No se trata de un recurso inagotable y eterno, la sequía, la falta de lluvias y embalses en agonía están demostrando que el agua sí se acaba. La ciudadanía, en su diario quehacer, también puede ayudar con acciones que –sumando una familia más otra y otra- podrán mitigar el uso inconciente del agua dulce.
Acciones como reparar llaves/grifos que gotean (al día, gota a gota, se puede llenar una tina de baño); adquirir un WC con modelos de doble descarga y/o bajo volumen; cerrar la llave mientras usted se cepilla los dientes, lava el pelo en la ducha, se afeita o lava la loza (puede ahorrar hasta 10 litros de agua); usar la lavadora cuando tenga una carga importante, no para un par de prendas; enjuagar la loza sobre un tiesto, de manera que pueda utilizar esa agua para regar las plantas, cuando esté fría; no tirar la cadena del excusado innecesariamente, regar las plantas en la noche o temprano en la mañana; no regar las baldosas ni lavar el auto usando la manguera…
Estas son algunas de las medidas que cada uno de nosotros, en casa, puede tomar para cuidar el agua. Además de que el consumo se verá disminuido en la boleta a fin de mes, ayudaremos a cuidar el vital líquido en una región donde –de perdurar la sequía y la falta de lluvias importantes– los embalses tienen sus días contados.
Esto, sumado a una política que por ejemplo, pudiera promover el uso de agua de mar en los alcantarillados, en el relleno de piscinas de hoteles y departamentos ubicados en zonas costeras; invertir en plantas de osmosis inversa para la gran minería, y promover el riego tecnificado en la agricultura, son medidas que ayudarán a reducir –en millones de litros- el uso del agua dulce, un recurso escaso y necesario para la vida de millones de seres humanos, animales y plantas de todo el mundo.
FUENTE: http://www.elobservatodo.cl/node/33173