Comparado con un grupo en ayuno, los tiempos de reacción pueden aumentar hasta en 14%. El estudio británico muestra, además, que la sed también puede afectar de manera negativa a la hora de concentrase.
Beber agua no sólo es una conducta saludable que busca mantener a nuestro organismo funcionando de manera óptima y circulando, sino que también podría afectar la forma en la que pensamos y nos desarrollamos en el día a dia.
Al menos, eso es lo que concluye un estudio realizado por investigadores de las universidades de East London y Westminster, en Reino Unido, en el que se buscó conocer parte de los efectos positivos del hábito de hidratarse antes de comenzar el día.
La literatura científica ya contaba con datos sobre el proceso contrario: la deshidratación de sólo un 1% del peso corporal genera menor capacidad a la hora de vigilar o memorizar elementos.
Pero las últimas pruebas parecen confirmar que consumiendo agua, el cuerpo no sólo mantiene su funcionamiento, sino que también lo mejora.
TAREAS HIDRATADASEl estudio se realizó en un grupo de 34 personas, quienes, en dos sesiones separadas por una semana, fueron divididos en grupos que consumirían agua y otros que no.
A las nueve de la noche del día anterior se les instruyó realizar su última comida y al llegar a realizar la prueba, 12 horas después, a un grupo se le entregó una barra de cereal y al otro, una barra de cereal y una botella de medio litro de agua, de la que debían tomar un trago largo o de preferirlo, pedir otra botella para saciar su sed. Luego, cada uno de ellos debía llenar una escala indicando qué nivel de sed tenía, una escala llamada “sed subjetiva”.
Luego, durante una hora, realizaron un test computacional con pruebas que medían nueve habilidades diferentes, como tiempo de reacción, reconocimiento visual, aprendizaje de reglas y memoria verbal, entre otras.
Finalmente, los resultados arrojaron que los tiempos de reacción, por ejemplo, se acortaban en hasta un 14% en el caso de los que bebieron agua respecto de los que no, incluso cuando los que bebieron agua declaraban que seguían teniendo sed, lo que da indicio de que, efectivamente hubo un proceso de hidratación.
Esta mejora no sólo se ve reflejada cuando se comparó el grupo que bebió agua con el que no, sino que también con ellos mismos, cuando una semana después se realizaba la misma prueba, pero con los roles de ayuno invertidos.
El agua también ayudó a personas que decían tener sed, poniendolas al mismo nivel de quienes, a pesar del ayuno, no se mostraban sedientos.
“Los que mejor se desempañaron fueron los que bebieron agua luego de reportar que tenían sed”, explicó a La Tercera Caroline Edmonds, una de las investigadoras.
Sin embargo, el estudio también arrojó otro resultado que sorprendió a los investigadores: el consumo de agua redujo el rendimiento de las pesonas al realizar una tarea de aprendizaje de reglas, lo que, a juicio de la investigadora Caroline Edmonds, es una duda que deberá ser resuelta en otros estudios. Edmonds señaló además que el promedio de agua tomada por los usuarios fue de 775 ml de agua y que no importa el origen que esta tenga -de la llave, mineral o filtrada- todas poseen el mismo nivel de hidratación para la persona.
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